“Allá está una tortuga” es la voz de Miguel, uno de los voluntarios del Tortugario Manzanillo, que avisa del arribo de una tortuga marina de la especie Golfina en la zona de Playa Azul, Manzanillo.
Alrededor de las 10:00 horas, los voluntarios del lugar, después de concentrarse, organizarse y revisar las condiciones de sus herramientas de trabajo y utensilios para salir a la playa a realizar su labor, recibieron los primeros huevos de tortugas de manos de un elemento de la policía turística.
Fueron tres costalitos que contenían un total de 141, 80, y 109 huevos de tortuga que fueron trasladados por el joven Luis Hernández al Tortugario para ser sembrados y posteriormente, eclosionados, para que las crías que nazcan signifiquen vida para el planeta.
La misión de todas las 70 personas, voluntarios y voluntarias, que apoyan por “amor al arte” es clara, detener con la extinción de la tortuga Golfina, Prieta y Laúd, tres especies que, respectivamente, arriban en este último semestre del año a desovar a las playas de Manzanillo.
Tras entregar los huevos, a Miguel Villaseñor le toca dirigirse a cubrir el reporte de un avistamiento hacia la zona de Las Brisas; sin embargo, previo a esto, alertó sobre el arribo de una “caguama” cerca del Tortugario.
Tras el aviso, intercambió planes de cobertura con el agente Crisanto Ruiz Antonio, y en su cuatrimoto se trasladó al lugar del avistamiento, desde donde se observaban los movimientos de la tortuga; no obstante, algo falló y la tortuga decidió regresar al mar.
¿Se asustó? pregunté a Miguel. No, lo que pasa es que si no les gusta el terreno para dejar sus nidos, regresan al mar.
A partir de ahí, dio comienzo el recorrido formal por cada una de las zonas que los tres jóvenes se asignaron: Karla Assaleyh y a Luis Hernández les tocó cubrir Las Brisas; a Miguel Villaseñor Playa Azul-Salahua; Juan Ramón Medina y Paola López se trasladaron hasta Peña Blanca; y un voluntario y voluntaria más, José Hernández y Alejandrina Campos (esposos) que todos los días cubren la zona de la bahía de Santiago.
Y son recorridos que terminan, dijo Miguel, dependiendo de la actividad que tengan las tortugas, porque bien puede ser hasta las 4, las 6 y 7 de la mañana, ya dejando las unidades motoras listas para usarse en la jornada siguiente.
La expectativa hasta las 11:30 de la noche del sábado no era buena, no obstante, al regresar de la primera vuelta, Karla reportó que estaban atendiendo el desove de una tortuga Golfina a la altura de los edificios de la Marina, en Salahua. La tortuga puso ahí 104 huevos.
Mi reacción fue tomar las primeras fotos utilizando el flash de la cámara, del mágico momento, pero después de esto me advirtieron que evitara aluzar porque las tortugas se desorientan y eso les afecta después para regresar al mar.
Incluso al llegar a ese lugar, Miguel tuvo que proporcionar a su compañero, quien sacaba los huevos, una luz más tenue para no molestar a la especie.
Y esta versión fue colaborada. Miguel explicó que cuando el Tortugario estaba en la zona de una tienda de autoservicio vieron que una de las tortugas se topaba y topaba con una de las bardas que hay en la zona, y era una luz lo que estaba provocando esta reacción, pero solucionaron la situación oscureciendo el sitio.
Proceso de desove de la tortuga
Uno tenía la idea de que el proceso de desove de una tortuga era algo que transcurría de manera rápida; sin embargo, esto no es así, pues este ritual marino puede suceder hasta por más de una hora.
Al terminar lo que fue una segunda vuelta del recorrido, observando desde otra óptica la vida nocturna de Manzanillo, la vida de antro, de fiesta, de convivio, de borracheras, de gente tirando el anzuelo, de las parejas disfrutando del amor a oscuras, y de los dormidos, familias y novios sobre la playa, sobrevino la presencia de una tercia de tortugas en la zona arriba señalada.
La primera, que ascendió alrededor de las 11:45 de la noche, tuvo hasta 10 intentos de desove y nunca pudo. Es algo “extraño”, “parece que es primeriza”, por la forma en que realizaba sus movimientos para realizar el nido, expuso Miguel.
Diez minutos después, el voluntario con buena vista alertó: “Allá está otra tortuga”, que emergía del mar para cumplir el proceso de anidación, regresando al agua pasando la primera hora del domingo.
De este nido Miguel sacó un total de 111 huevos, que ellas creen dejar “enterrados” tras tender la cama.
Ahí en ese lugar las olas del mar ayudaban a otra tortuga que subió la cuesta de la playa, pero se arrepintió y retornó.
Así es como pasan la noche los voluntarios, quienes son los afortunados de rescatar todos esos huevos de tortugas de los depredadores más peligrosos: los humanos.
De la misma forma, Miguel platicó cómo le hacen cuando no ven a una tortuga arribar para desovar, en qué se guían para saber dónde hay posibles nidos.
Refirió que normalmente las tortugas dejan un camino o rastro de ida y vuelta, por lo que ubican la cama, un tendido claro que deja la especie después de anidar.
El voluntario señaló que lo que hacen es tomar un palo y tocar con mucho cuidado la zona de la cama para evitar dañar los huevos”; ya que, la idea es siempre llegar primero que los depredadores, quienes esa noche le madrugaron al voluntario de la zona de Santiago con 4 nidos, un reporte que hizo a las 00:50 horas.
Y tal vez le madruguen porque él, por su trabajo, realiza más tarde los recorridos desde la carretera a través de una motocicleta convencional.
Al parecer la noche iba a ser intensa y así fue, Miguel Villaseñor reportó que durante la jornada se atendieron un total de 22 nidos de tortuga y se rescataron 2 mil 210 huevos; no obstante, reportó que lamentablemente el compañero de Peña Blanca no tuvo éxito en sus recorridos por fallas mecánicas en su cuatrimoto.
El rescatista detalló que en los últimos tres años el récord de nidos por día ha ido en aumento, pues en 2021 fueron 53, año en que liberaron más de 4 mil 500 crías 45 días después; y en 2022 fueron 79 nidos y este año podrían acercarse a los 100.
Liberación diaria de crías a las 19:00 horas
Tras liberar el sábado solamente dos crías de tortugas golfinas, Yajaira Flores, una de las voluntarias del Tortugario explicó a los turistas presentes que la temporada de liberación inició en julio y culminará el 15 de diciembre.
Recordó que las tortugas marinas que llegan son la Laúd, la Prieta y la Golfina, y ésta última anida de forma masiva.
Compartió que las crías se tiene que liberar desde el mismo momento que nacen porque si no es así se deshidratan y mueren; y añadió que la Golfina tarda entre 40 y 45 días en nacer, eclosionar; la Prieta y Laúd tarda 70 días, pero climas muy calientes pueden apresurar su nacimiento y el clima frío puede ocasionar que se tarden más en nacer”.
En tanto, señaló que la temperatura influye en la determinación del sexo, por ejemplo, si existe una temperatura de 26 grados el género sería un macho; y la hembra, si la temperatura oscilara entre los 30 a 34 grados.
Aunque, dijo que no se puede deducir que género nace más.
A ese valioso equipo de voluntarios encabezados por la Dra. Sonia Quijano, les debemos la protección de nidos, rescate de huevos y la liberación de miles de tortugas cada año, porque en la actualidad se están enfrentando a un grave problema que pone en peligro de extinción a estas especies: “el tráfico, venta y consumo de carne y huevos de tortuga marina en nuestra región”.
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