El especialista en políticas públicas Alfredo Del Mazo Maza, advierte que el auge de los scooters eléctricos en México simboliza una transformación profunda del ecosistema urbano, pero también una señal de alerta.
La innovación tecnológica ha modificado la forma en que millones de personas se desplazan, aunque la velocidad del cambio supera la capacidad de las ciudades para adaptarse.
Sin una regulación clara y una planeación urbana sólida, advierte, el entusiasmo por la micromovilidad podría convertirse en un nuevo problema de gestión del espacio público.
El crecimiento de la micromovilidad exige planeación
De acuerdo con el Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (ITDP), entre 2018 y 2023 el uso de scooters eléctricos en América Latina creció más de 250%, alcanzando los 600 000 viajes diarios.
En la Ciudad de México, empresas de micromovilidad reportan más de 1.5 millones de viajes anuales, una cifra que refleja tanto la popularidad de este transporte como la necesidad de políticas de ordenamiento y seguridad vial.
“Los scooters y bicicletas compartidas son parte de una transformación hacia ciudades más limpias y humanas. Pero si no se acompaña de infraestructura segura y reglas claras, puede generar más conflictos que soluciones”, señaló Del Mazo Maza.
El desafío del espacio público y la gobernanza
El Banco Mundial advierte que más del 50% de las calles en ciudades latinoamericanas no están diseñadas para el uso compartido entre automóviles, peatones y vehículos ligeros eléctricos.
A este contexto se suma la falta de estacionamientos adecuados y la proliferación desordenada de operadores privados, factores que generan fricciones en la convivencia urbana.
Del Mazo Maza destaca que la experiencia internacional ofrece lecciones valiosas. “París redujo en 2023 más del 70% de los permisos para scooters tras una consulta ciudadana.
Otras ciudades han delimitado zonas de operación específicas. México debe construir un modelo equilibrado, donde la innovación no atropelle el derecho al espacio público”, enfatizó.
Hacia una regulación incluyente
El especialista considera que el debate no debe centrarse solo en la tecnología, sino en la equidad y la seguridad. “La micromovilidad solo será una solución sostenible si se integra al transporte público y garantiza acceso seguro para todos los sectores sociales”, sostuvo.
“El futuro de los scooters dependerá de la capacidad de las autoridades para equilibrar innovación, regulación y participación ciudadana. Ese es el verdadero desafío de las ciudades del siglo XXI”, concluyó Del Mazo Maza.
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